Sin permiso, por favor.

"El mundo moderno no será castigado; es el castigo"

Elecciones municipales y autonómicas 2015

Posted by Proyectos LIJO en 27 May 2015

Sé lo difícil que es presentarse a unas elecciones cuando uno milita en un partido humilde. Las leyes electorales así lo establecen, porque a los que mandan así les parece. Ellos no quieren que una opción radicalmente distinta de la que defiende el sistema, es decir, una opción netamente antisistema, pueda lograr no ya poder institucional, sino llegar a tocar un poco de la responsabilidad pública. La ley es así: De cada 5 miembros de la lista electoral, 3 deben ser de un sexo y 2 de otro, intercalados. Si la lista tiene 25 miembros, hacemos 5 grupos de 5 personas y tiene que haber un total de no más de 15 varones o mujeres y no menos de 10 varones o mujeres. Es la llamada «Ley de Paridad» que dicta que, por narices, tenga que haber personas en puestos de responsabilidad, aunque esas personas tengan menos valía que otras de género opuesto. Si tengo 23 mujeres válidas y solo 2 varones… ¿Por qué tengo que meter necesariamente 8 varones más y sacar a 8 mujeres de esa lista?. Y lo mismo vale para el caso contrario.

No hablemos ya de listas abiertas… ¿Eso qué es? Pues lo del senado, aunque para el senado da igual porque no sirve para nada.

Y contentos ¿eh?, contentos porque al menos, para estas elecciones no hace falta presentar firmas.

-¿Firmas dices?
+Sí
-¿Para qué? ¿por qué?
+Bueno, dicen nuestros representantes políticos, que aquellos partidos que se quieran presentar a unas elecciones generales tienen que recoger, de cada circunscripción, el 0,1% de firmas de personas mayores de edad, es decir, en edad de votar. Si mi provincia o circunscripción tiene 1 millón de habitantes, tengo que currarme 10.000 firmas para presentar mi lista a las generales. Eso sí, solo si soy un partido sin representación parlamentaria. Si soy una agrupación de electores, ese porcentaje sube al 1%. Y después, los espacios para la propaganda, así como en los medios, se los reparten los grandes.
-¡¿Cómo dices?! ¿No consagra la Constitución que todo español es elegible?
+Sí, pero como en tantas otras cosas, nuestra Carta Magna es papel mojado. ¿O acaso los derechos a la vivienda o al trabajo se respetan? Ni el derecho a la vida se respeta.
-Tienes razón.
+Pues imagínate: Si quiero presentar lista a las 52 circunscripciones, además de tener que buscar un 40% de mujeres, o de tener que buscar un 40% de varones (Si soy del partido feminista, que existe, a ver cómo lo hago…) Además de tener que intercalar a los candidatos en grupos de cinco, ahora también tengo que ponerme a buscar firmas para que la junta electoral de por válida mi candidatura. Y no solo es el esfuerzo de salir y pedirle a la gente que me firme, es también que no puedo pedir firmas cuando quiera, tengo que cumplir unos plazos para hacerlo, y no puede ser antes de dicho plazo.
-No claro, no te lo van a poner tan fácil.
+No estaban muy iluminados el día que votaron la ley…
-No, creo que no.
+Bueno, pues además de todo eso, teniendo en cuenta que en España tienen derecho a voto unos 36 millones de personas -cada vez tenemos menos niños- para presentar candidatura a las 52 circunscripciones, hacen falta… 360.000 firmas. Y cuando un compatriota firma avalando una candidatura, ya no puede firmar por otra. Si se dan cuenta, aunque tú no lo sepas, te invalidan dicha firma.
-¡Buah! ¡Qué sobrados!

Esta conversación imaginaria, es parecida a la que tuve con un amigo cuando salió dicha ley.

Cambiemos de tercio. Hemos visto que la democracia en España es un nombre. Nada más. Ese nombre está plagado de corruptos en todos los estamentos y partidos, hasta en los de «nuevo cuño». Desde ayuntamientos hasta Corona está podridos de varios tipos de corruptelas y «corruptonas» que hacen que, por ejemplo, tengamos ya al 30% de la gente viviendo con menos de lo necesario para hacerlo. Estamos sobreviviendo.

¡Y llegan las elecciones! Y una nueva/vieja oportunidad para cambiar las cosas. ¿Y qué hacemos? (somos MUY tontos) votar a los mismos. Y los que no son los mismos, al final sí lo son, porque el «cambio» (Ya hablé del cambio hace un par de meses) no llega por un lavado de cara y siglas nuevas, con símbolos nuevos y colores no utilizados hasta ahora por el «merchandaisin» político electoral. El PPSOE se hunde, y para tomar el relevo, está el nuevo PPSOE, ahora llamado «Ciudademos» (Ciudadanos + Podemos) o como queráis llamarlo. Porque, que no se engañe nadie: Ciudadanos no es otra cosa que el PP y Podemos no es otra cosa que el PSOE y ya sabemos que en España, el bipartidismo no es otra cosa que monopartidismo con dos grupos aparentemente enfrentados que se turnan en los gobiernos, como en tiempos de Cánovas y Sagasta.

Está por ver el alcance real de las «nuevas» formaciones y si serán solo el parche del momento o vendrán a sustituir las viejas siglas.

Y para terminar: El cambio será por la vía patriótica y antiliberal, o no será.

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